2014-12-07

El Gato y el Violín: festejemos lo absurdo


El Gato y el Violín: festejemos lo absurdo


Esta es mi versión ilustrada de una canción infantil que existe desde hace siglos y que dice así:

"Oye trín trín,
el gato y el violín,
la vaca salta la luna;
al perrito le da risa ver tal diversión,
¡y el plato con la cuchara se fuga!"

La versión original es en inglés, es una de muchas canciones infantiles con las cuales crecí durante mis años de niñez en Londres. Esta es la traducción que se me ocurrió tratando de preservar la rima (la versión original está más abajo).



"Hey diddle diddle, 
the cat and the fiddle,
the cow jumped over the moon; 
the little dog laughed to see such fun, 
and the dish ran away with the spoon"


Muchas canciones infantiles como esta, aunque tengan su origen en épocas remotas, siguen, como los cuentos de hadas, formando parte del mundo actual. Cada cultura tiene sus canciones, Hey Diddle Diddle (que traduciré como Oye Trín Trín) es una canción infantil bastante conocida en culturas anglo-parlantes, ó al menos lo es Gran Bretaña. Solía ser una de mis canciones favoritas durante la infancia, y ahora de grande me sigue entreteniendo la situación absurda que presenta.  

Este tipo de sinsentido es bastante común en muchas canciones infantiles y, al menos en el caso de las de lengua inglesa, diversas personas han tratado de darle sentido, como si contuviese algún mensaje oculto, específico y descifrable, pero esto no ha llevado más que a puras especulaciones. Y sin embargo, ¿por qué nos continúan entreteniendo canciones que tienen siglos de antigüedad? He tenido mis propias intuiciones al respecto pero otras personas han investigado y estudiado el tema; una de ellas es Lucy Rollin, profesora de Lengua que escribió un libro titulado "Cradle and All. A cultural and psychoanalytic study of nursery rhymes" ("Con cuna y todo. Un estudio cultural y psicoanalítico de canciones infantiles", lo de cuna y todo hace referencia a otra canción infantil). Rollin aplica una mirada desde el psicoanálisis a las canciones infantiles, complementándola con material de antropología cultural y de historia.

El libro es muy interesante y completo, de lectura sencilla para los que tienen manejo del inglés pero no sé si habrá traducción al español. Aunque el enfoque del libro es amplio y abarca muchas cuestiones, aquí sólo haré mención, con mis propias palabras, de lo que pude extraer del mismo en relación al uso de lo absurdo en canciones infantiles, como Oye Trín Trín. Seguramente estaré simplificando bastante algunos conceptos por necesidad de ser lo más breve posible, tengan en cuenta que un solo capítulo del libro es mucho más extenso que todo el texto presente en esta entrada...


Sinsentido no significa sin sentido


Parece ser que muchas personas no hacen grandes distinciones entre las canciones infantiles y los cuentos de hadas, como si se tratasen de una sola entidad pero, aunque comparten similitudes, las canciones infantiles tienen más en común con la poesía y con los chistes. Y éstos realizan manejos similares a aquellos que ocurren en nuestros sueños. Operan de manera simbólica, hacen uso de la sustitución, la condensación, la abreviación, el desplazamiento, disfrazando pensamientos ocultos bajo una superficie que parece absurda ó sin sentido. Y como sucede con los sueños, este tipo de procesos da lugar a la existencia de múltiples posibles lecturas, mucho sujeto a interpretación. 

Los sueños surgen del inconsciente, donde la lógica no tiene lugar, y procesos inconscientes tienden a emerger de algún modo u otro en la conciencia. Nuestra mente consciente no puede lidiar de manera directa con el inconsciente, sería entrar en la locura, lo que hace es canalizar su naturaleza caótica por medio de estructuras conocidas, narraciones o historias, que luego pueden terminar siendo chistes ó poemas, algunos de los cuales pasarán a ser canciones infantiles. Puede ser que mucho del sinsentido en estas canciones infantiles sea porque están hechas de aquello que existe más allá de nuestra vida consciente, conteniéndolo en una forma que nos resulta manejable, y así emerge pero sin revelarse por completo. Es como si se tratase de una máscara para lo desconocido y lo innombrable, necesaria pues nos permite conversar con nuestra propia naturaleza ilógica y contradictoria, y así poder hablarla y compartirla sin volvernos locos. 

Y poder hablar de ello, el lenguaje, es de fundamental importancia a la hora de entender la persistencia de ciertas canciones infantiles. Sus estructuras rítmicas son algo que tienen en común con la poesía únicamente y son el tipo de poesía que siempre rima. Lo que tiene rima se aprende y recuerda con mayor facilidad, en general perdura más en nuestra memoria una canción que un parráfo completo de un libro ó un artículo. Y por ello es una excelente herramienta para que el niño internalice el lenguaje. Es un proceso por el cual hemos pasado la mayoría de nosotros y si bien no recordamos conscientemente que hubo una época en que ni hablábamos ni pensábamos, conocemos esta etapa de pre-lenguaje pero no desde la conciencia.       

Con lo cual puede ser que estos rasgos oníricos e ilógicos de algunas canciones infantiles, conectados por medio de la rima, de alguna manera expresan no sólo nuestro caos interior sino nuestras confusas mentes intentando comprender qué nos estaban diciendo aquellos seres mayores que nos rodeaban; como si se tratase de una memoria ancestral que los adultos comparten con los más chicos reconociendo lo que implica acceder al mundo del habla, sabiendo que algunas cuestiones fundamentales no pueden ser enseñadas ni aprendidas por medio de la lógica, la razón ó de manera lineal. Como el amor, pues el canto también transmite afecto, sobre todo si lo canta una cariñosa figura materna ó paterna, y esto significa una ayuda esencial para el aprendizaje del chico. 



Desde la infancia: ayer y hoy


Estas son las clásicas ilustraciones de esta canción comunes en mi infancia. Tienen sus años y he conservado estos libros porque en principio me olvidé de ellos y hace no mucho tiempo los re-descubrí mientras hacía algo de orden, y me dí cuenta que eran excelentes ediciones con hermosas ilustraciones que querría seguir teniendo a mano.




Mi ilustración más arriba seguramente tiene influencias en su diseño de películas y dibujos animados pero la idea base fue inspirada por estas ilustraciones.

En primer lugar estas versiones tienen un estilo más realista, y siendo esto algo muy común para mí en las representaciones de esta canción preferí ir en la dirección contraria, evitando el realismo. Sin embargo, la ilustración de Hampson tiene también unos cuantos elementos caricaturescos, dándole más rasgos humanos al plato y la chuchara, y también a la luna. Que es lo que hice para mí plato y cuchara pero no así para la luna, mi versión no está totalmente desprovista de realismo; incluso le dí a la vaca una relación de tamaño un cachín más adecuada respecto a la luna, y por ello la dibujé como silueta, como en la ilustración de Kincaid. Aunque creo que su versión y la de Grahame Johnstone no se tomaron la vaca saltando sobre la luna de manera literal, sino que quizás si la luna está baja y uno está en cierto ángulo y una vaca salta, puede llegar a parecer como si saltara sobre la luna...

Otras cosillas que tiene la versión de Hampton que utilicé en mi versión son el gato sonriendo y el uso de texto para la risa del perro. Toda su composición es más como un collage, con un fondo totalmente abstracto que cambia súbitamente al llegar al gato; me parece que es de los tres quien más captó el aspecto onírico de la canción. Mi cielo también es bastante abstracto pero un poco lo combiné con la noche estrellada presente en la versión de Grahame Johnstone. Ella y Kincaid ubican la situación en un ambiente rural, lo cual me dio la idea de ir con una onda algo más urbana. Inicialmente quería una ciudad de fondo.  

A diferencia de estas tres ilustraciones, no sé si la mía funcionaría para un libro pensado para chicos, sobre todo los más pequeños que aún están aprendiendo cuestiones básicas, pero ese no era mi objetivo, en todo caso se trata más de un diálogo entre mi pasado y presente, entre los Oye Trín Trín de ayer y lo que significan para mí hoy.



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